Cambiar el paradigma

OPINION. Lo ideal sería, no hay dudas, que no se tenga que depender del apoyo del Estado para desarrollar deporte, en éste caso, basquet. Pero a la vista de la realidad que marca que, inevitablemente se está ante ésa situación «estado-dependiente», entonces la propuesta, el objetivo debiera ser «cambiar el paradigma». Ese que marca que para recibir apoyo de tal o cual político, se deba agachar la cabeza, mirar para otro lado e incluso -y sobretodo- votar aun en contrario de las propias convicciones asuntos que tienen que ver con la estructura misma no solo del deporte sino de la integridad que, como seres humanos, nos debemos todos.
Y esta meta-objetivo, lejos de ser una utopía, es una necesidad imprescindible sino se quiere ser complice de un desastre de magnitudes inimaginables. Porque ¿que pasa si se continúa con ésta realidad donde todos – o la gran mayoría- votan pensando en la conveniencia propia (la inmediata al menos), y así se aprueban “Asambleas” que en otros tiempos ni siquiera se iniciarían en las mismas condiciones de hoy; así se calla sistemáticamente -al menos en voz alta, ya que para hablar en secreto todos son «corajudos»-, ante propuestas rayanas con la incredulidad a la luz de lo inverosímil de su gestación y puesta en marcha. Y como éstos, hay muchos ejemplos que describen lamentable y muy gráficamente, la realidad del deporte -y el basquetbol en particular- actual.
Por ello, es tiempo de que la dirigencia se ponga -nuevamente o de una vez por todas según sea el caso-, los pantalones largos y comience a exigir, no a pedir de rodillas a los políticos de turno -al fin y al cabo simples administradores del dinero que les llega a ellos en forma de «botín» (a la vista de lo que se ve hoy pero siempre existió)-, lo que por derecho NOS corresponde. Obras, equipamientos, asistencias para los viajes, en fin, todo lo que necesita el deporte para su normal desenvolvimiento. Las canchas que se inauguran; las luces que se colocan; las pelotas y camisetas que se reciben-entregan, no son más que obligaciones que tienen los administradores de turno -los políticos/gobernantes- para con el pueblo. El mismo pueblo del que se nutren los clubes, asociaciones y demás estamentos de un deporte que, hoy por hoy -se reitera- está «preso» de caprichos que sustentan su «peso» en lo que dicta la billetera engrosada con el dinero de los mismos que luego deben mendigar, claudicar (en sus principios, valores) para ver hacerse realidad sus proyectos. Es hora. Hoy, ayer. Porque de continuar en ésta senda, se reitera, lo que espera al final seguramente no será agradable.
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