Lo que provoca la Generación Dorada

OPINION. A continuación compartimos una nota que llegó a mi Face personal. Es de un seguidor de SUPER BASQUET, que habla de lo que genera la Generación Dorada. Creo que describe-transmite cabalmente lo que provocó este grupo de tremendos seres humanos-jugadores que, para bendición del basquet, se dedicaron a éso: a jugar al deporte que nos apasiona. He aquí el texto de Ale Herrera. “Mi memoria, como casi todas, es bastante selectiva. Además, suele aferrarse más a cuestiones vivenciales que a fechas en sí mismas. Hoy veo en Google que fue 8 de septiembre de 2002, para mis recuerdos, era domingo de sol, y con eso basta. Por si hacía falta algo más, me fui con mi viejo y un grupo de amigos a un campo en Villa Ángela.

Yo era un adolescente que, fanático del fútbol y todo, me gustaban todos los deportes y si había una camiseta celeste y blanca de por medio, miraba hasta el Badmington. Y no solo miraba, me gustaba conocer las reglas, jugadores, historia, entre otras cosas. Recuerdo que mi vieja no comprendía aquello, hasta que empezó a engancharse conmigo entre Copas Davis, Handball, Voley… y lo que tocaba en éste momento, Básquet. Había mirado el Mundial de Indianápolis completo, ya que si bien como “jugador” a los 8 años mi desempeño había sido de lamentable para abajo, había un par de hechos en mi vida que me vinculaban sentimentalmente con ese deporte. Para cuándo le ganamos a Estados Unidos (primera conclusión con éste equipo: ganábamos y perdíamos todos juntos), éramos un país completo siguiendo a esas bestias que no se cansaban de correr y de pasarse la pelota naranja.

De golpe nos encontrábamos jugando una final de un Mundial, cosa que no era frecuente para nada en casi ninguno de los deportes, incluso en aquellos en que creemos que somos los mejores. Y ahí estábamos, en el medio del monte, mi viejo, yo y un grupo más de tipos que, de básquet sabían tanto o más que yo, o sea casi nada. Pero nadie nos iba a mover de al lado de la radio a la que estábamos pegados siguiendo los minutos finales del partido con Yugoslavia. Recuerdo nuestras protestas ante el relato enardecido del periodista de turno. Recuerdo que discutíamos afirmando que la falta de Scola no había sido falta…y para colmo cuando aún no salíamos de nuestro asombro y enojo, tampoco nos cobran la última a favor nuestra que le hicieron a mi ídolo Hugo Sconochini (segunda conclusión: mi ídolo tenía la 10 celeste y blanca pero jugaba con la naranja). Nos volvimos locos, nos amargamos, y…ni siquiera teníamos las imágenes a mano para saber a ciencia cierta qué había pasado. Pero lo más importante de todo, era que en mi mente, sin importar que dijeran las imágenes posteriores, esos tipos eran tan campeones como aquellos enormes yugoslavos. Por suerte, una palomita que más de la paz era de la redención nos dio revancha tan solo dos años después, como un presagio de que lo mejor estaba por venir.

No sabría decir bien porqué escribí todo esto, mucho menos sé si alguien lo va a leer. Siempre fui de la idea de que cualquiera que diga lo que siente puede escribir bien, pues en éste momento solo me surgieron las ganas de escribir, bien o mal, pero escribir.
Ayer se terminó un ciclo glorioso, que incluyó de las más grandes proezas deportivas que me haya tocado vivir. Un ciclo ganador por donde se lo mire. Si: en ésta Argentina exitista y resultadista, ayer los perdedores se retiraron del estadio como ganadores, con la frente alta y el pecho inflado de orgullo, de la misma manera en que estábamos todos en casa.

Pero por sobre todas las cosas, ésta generación se termina ganadora porque en el haber deja un montón de intangibles que difícilmente se vean en otros deportes. El compromiso, las ganas, la lealtad, el orgullo. Como dijo nuestro dio5 Manu, cuando el físico y el talento no alcanzan, ahí estuvo siempre el Alma de este grupo para equiparar fuerzas. Y por sobre todas las cosas, éstos maestros dieron cátedra desde adentro, acompañando a los Garino, los D’Elía, los Campazzo…aquellos que, inspirados en ellos, seguirán dando la vida por una selección que emociona, que contagia, y que te hace sentir el básquet a flor de piel, aunque ni seas del básquet.

Creo que es todo, disculpen Silvio E.María Cecilia que me entrometí en sus especialidades, no sé si alguna vez volveré a hacerlo. Pero al menos, creo que acabo de descubrir la respuesta a mi pregunta de por qué escribí: porque quería decir, humildemente, ‪#‎GraciasGeneracionDorada‬“.

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