OPINION. No hay chaqueños –más allá de los entrenamientos compartidos por Gonzalo Corbalán y Luca Valussi y un poco antes por la calidad de “elegible” de Franco Giorgetti- pero esta selección argentina “obliga” a ser incluida en Super Basquet que se centra en “lo chaqueño”. ¿Por qué? Porque con mucha menos calidad desde lo individual que la GD, este grupo, con cambios de técnicos incluidos, ya fue subcampeón del mundo; ganó un Panamericano y ahora ésta “Americup”. Pero más allá de los logros –dos oros y una plata, nada más, nada menos-, lo que transmite en cada presentación este grupo –no se puede hablar solo de “plantel”, sino hay que hablar de grupo-, es, a no dudarlo, hermoso. Por lo menos para los que amamos el deporte –y en especial el básquet- en su más puro estado. Es que el compromiso, las ganas de vestir la camiseta y, sin dudas, también la calidad –deportiva y humana- de estos jugadores, hace que otra vez nos volvamos a entusiasmar más allá de la desaparición de la GD. Solo los que tienen algunos años sabrán que “antes” (de la GD) ver, seguir a la selección argentina era más una cuestión de esperanza, de anhelo que de posibilidades ciertas (de triunfo). Pero luego Ginóbili y compañía, “nos mal acostumbraron” a que “se podía”. Y se pudo, vaya que se pudo. Por eso, cuando Scola se fue –más allá del regreso de Delfino ahora- parecía que se volvía a lo de antes. Pero Campazzo, Laprovittola, Deck, mostraron que esa presunción estaba errada. Y lo hicieron desde lo antes mencionado: compromiso, sentido de pertenencia y calidad. Porque solo con “huev…” no se gana. Pero se reitera: más allá de los resultados –que son brillantes, sin ningún tipo de dudas- lo que muestra/transmite este seleccionado argentino de basquetbol es un intangible que va más allá, mucho más allá de los logros. Un ejemplo de deportividad, ciento por ciento. Y eso gratifica, aun a los que somos meros espectadores. ¡Gracias, “Deck-Campazzo y compañía”!

Foto: CAB