Falleció Héctor Peny Corbalán, un pedazo enorme del basquetbol de la provincia del Chaco, pero en especial de su amado Villa San Martín. Los que alcanzaron a verlo jugar, conocen de su maestría cerca del aro y aquéllos ganchitos -que incluía la pierna levantada del lado de la mano que lanzaba- que daban más de un dolor de cabeza a sus marcadores, con sus pantaloncitos cortitos (muy) y la histórica camiseta a bastones del Tricolor. Pero su pasión con la Naranja -que también incluyó emblemáticos equipos de Chaco- no se terminó allí, ya que una vez retirado se abocó a pleno a su rol de dirigente. Y desde allí construyó una figura que llegó a ser “imprescindible” en la calle Saavedra. Mientras, y “sin quererlo” fundaba una dinastía que incluyó a sus dos retoños -Jorge Pablo Toro y Javier- y a sus nietos Juan Pablo y Gonzalo. Y ya retirado incluso de su función dirigencial, su presencia en cada presentación de “su” Villa -que podía ser el local o el de la Liga Argentina- era “número puesto”. En la línea del tiro libre mas o menos, en primera fila. Un lugar que quedará vacío pero con su enorme presencia presente. Descansá en paz Peny.
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