EMBAJADORES. A lo largo de todo el torneo SUPER BASQUET prefirió que “hablasen” las páginas que están allá -que tienen la dicha de estar allá, en el PreMundial de Caracas-, mientras partido tras partido y televisión mediante, iba armando -SB- un “mapa” de ésta Argentina intermedia entre la GD – a cuyo resto aun se la espera para el Mundial- y “lo que vendrá”.Un “lo que vendrá” que mostró su jerarquía en la gira por China, la ratificó luego en la “Tuto Marchand” y dejó el crédito abierto en el PreMundial que aun no se acaba.
Porque, sacando a Scola -cuya enormidad trasciende cualquier dimensión- esta es una nueva Argentina: la post GD. Y en ella ya se vio que si bien puede haber diferencias de calidad individuales en cuanto a lo técnico, hay algo que bien lo graficó Olé al titular “El Alma no se negocia”. Sí esa misma “Alma” que uno no terminó de aceptar aún por un montón de motivos, entre ellos quizás la falta de análisis del “porqué” del “Alma”.
Lo que quedo en evidencia y no acepta ningún tipo de dudas y mucho menos de discusión es que Argentina sigue teniendo éso que la distingue: la actitud, la presencia, el “aquí estoy” que -hoy gracias a un largo trabajo de, sobretodo, los técnicos y jugadores-, lo hace protagonista de cuanto evento haya. Y esté quien esté.
Argentina, seamos sinceros -tal como lo explicó muy bien Lamas luego de lograr la clasificación- no es perfecta ni mucho menos. Tiene buenos y malos momentos, tanto en defensa -donde no puede permitirse que le hagan más de 70 puntos- como en ataque (donde no siempre encuentra las vías para pasar de los 70). No. No es perfecta, pero tiene-muestra algo que difícilmente se pueda encontrar en otros lares: una entrega absoluta en pos de ésos colores. Acá no hay “actuaciones” buscando sacar ventaja, solo hay un compromiso absoluto por lo que se fue a buscar, en este caso, el pase al Mundial.
Y eso “solo” -si se puede decir “solo” con respecto al compromiso y la entrega-, es lo que hace que cada vez que se tenga que hablar de la selección Argentina de basquet, el orgullo aflore sin ningún preámbulo. Porque de una cosa estoy seguro: se terminará la GD, volverá la época de sufrir más que de gozar, pero será con la satisfacción de que quienes estén representándonos, lo harán al máximo de sus potencialidades y aun más. ¡Salud, campeones! (por más que el PreMundial aun no haya terminado, ya lo son).
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