El triunfo de la humildad

EMBAJADORES. En silencio, fiel a su estilo, a su bajo perfil, Pablo Espinoza se convirtió -para los que aún no lo conocían- en ejemplo. Es que el chaqueño, al que Emanuel Ginóbili -nada más, nada menos- lo consideró clave (“Vaaaaaaaaaaaamos! Qué manera de sufrir! Luifa un caballo, Facu una máquina, Espinoza clave y Safar asesino! Qué corazón x favor!”, escribió en su tuit) en la clasificación al Mundial, se gano en base a entrega y talento el respeto de propios y extraños. Por ello, precisamente, no es casual ni extraño ver como lo abraza Luis Scola ni bien finalizado el partido ante Canadá. Es que Pablito -para los chaqueños que lo vimos irse muy joven será siempre así, Pablito- mostró de lo que es capaz en un torneo tan chivo como éste PreMundial que aun no se acaba, pero que ya dejó el tendal de ilusiones de los no clasificados a España 2014. Y allí, donde solo había lugar para cuatro festejos y donde Argentina sufrió más de lo que gozó, Espinoza supo aportar lo suyo con humildad, sacrificio, desinterés -valores todos muy en desuso actual y lamentablemente-, para que Argentina sea uno de los cuatro que festejen. Esto, sin mayores detalles, ya es digno de elogio. Pero hay más. Porque ni bien terminada la Liga Nacional 2012/13, Pablo se fue a Brasil y allí fue uno de los líderes que llevó al Macae a la Super Liga de aquél país. Pero no se quedó con eso, porque fiel a su palabra, llegó hasta el Chaco para ayudar a que nuestro equipo llegara hasta la final del Argentino jugado en Entre Rios. Una final que no pudo jugar porque allí lo convocaron de urgencia para que jugara las Copa Stankovik con Agentina, en China (!). Y allí fue él, siempre con una sonrisa y agradeciendo a todos. Y allá, volvió a ser parte importante de la albiceleste. Pero el trajín no se termino ahí pues una vez en Argentina, a los pocos días ya comenzó la previa del PreMundial. Y más allá de las lesiones, Espinoza quedó entre los elegidos -al ser uno de los primeros convocados seguramente nunca estuvo en duda- que iniciaron la dura ruta que hoy los ve ya con el objetivo cumplido. Y siendo, como lo dijo Manu, clave. Nada más, nada menos. ¡Salud, campeón! (no de ahora ni de este torneo, de la vida).

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